Comunidades energéticas

Comunidades energéticas: Qué son, cómo funcionan y sus beneficios

Las comunidades energéticas permiten democratizar la generación y el consumo de energía renovable a nivel local. En una comunidad energética vecinos, pymes y ayuntamientos se juntan para poner placas solares (u otra fuente de energía renovable), compartir la electricidad, vender los excedentes y hasta instalar cargadores para sus coches. Jurídicamente puede ser una CER o una CCE, y su característica principal es sumar muchas pequeñas ventajas como ahorro en la factura, o  empleo local en una comunidad que el autoconsumo compartido a secas no puede ofrecer.

Ya hay éxitos como Crevillent (cubriendo el 20% de la demanda de 10.000 hogares), El Rosario Solar o la Vall de Gallinera. Montar una es un proceso de 5 pasos básicos que hay que realizar bajo el marco legal vigente (RD 23/2020, RD 244/2019, RDL 5/2023).

¿Qué es una comunidad energética?

Una comunidad energética es una entidad jurídica formada por distintos socios que deciden asociarse para generar y gestionar energía de forma conjunta.

A diferencia de las compañías eléctricas tradicionales, su prioridad no es repartir beneficios financieros a accionistas, sino proporcionar ventajas energéticas colectivas a nivel local.

Si nos ceñimos a lo que dice la normativa española, se define como una entidad basada en la participación abierta y voluntaria, controlada por socios que pueden ser ciudadanos, pymes o autoridades locales, y cuya finalidad primordial es brindar beneficios medioambientales, económicos o sociales a sus miembros o a la zona donde operan, en lugar de lucro monetario.

Una característica importante de las comunidades energéticas es que la participación es abierta, voluntaria y diversa pues pueden unirse vecinos particulares, pequeñas empresas locales e incluso el propio ayuntamiento de la localidad.

Además, la gestión interna sigue principios democráticos (por ejemplo, un socio igual a un voto), de modo que el control lo ejercen los miembros locales en el beneficio de la comunidad. Y por lo general, la comunidad se organiza legalmente como cooperativa o asociación para realizar proyectos conjuntos.

Las comunidades energéticas suelen concentrarse en energías renovables (solar, eólica, biomasa, etc.) y actúan en el entorno próximo, aprovechando recursos locales. Su rápido crecimiento responde a la búsqueda de la soberanía energética, es decir, que la gente tenga más control sobre la energía que consume, participando directamente en su producción y gestión.

¿Cómo funciona y qué actividades realiza una comunidad energética?

Las comunidades energéticas operan de forma integral en el ciclo de la energía: producen su propia energía limpia, la consumen de forma compartida, gestionan posibles excedentes o almacenamiento, y ofrecen servicios añadidos tanto energéticos como de movilidad sostenible.

En la práctica, una comunidad energética puede desarrollar múltiples actividades dentro del sector energético, abarcando desde la generación hasta el consumo y servicios asociados.

Las actividades que pueden hacer las comunidades energéticas están resumidas a continuación.

  • Generación de energía renovable: Instalar y operar plantas de energía limpia (como placas solares, aerogeneradores o calderas de biomasa) para producir electricidad. Es bastante común que aprovechen tejados de edificios públicos o privados de sus miembros para colocar paneles solares.
  • Consumo, almacenamiento y compartición: Consumir de forma colectiva la energía producida, almacenarla si disponen de sistemas de acumulación, y compartirla entre los miembros. Mediante acuerdos internos o configuraciones de autoconsumo compartido, reparten la electricidad generada para que cada socio la aproveche en su hogar o negocio. Si tienen baterías, pueden guardar los excedentes en horas de baja demanda y usarlos cuando se necesite, aumentando la autosuficiencia.
  • Venta de excedentes al sistema eléctrico: Si generan más electricidad de la que consumen en un momento dado, pueden verter la energía sobrante a la red y vender esos excedentes (RD 244/2019). De esta manera obtienen ingresos para la comunidad, por ejemplo mediante mecanismos de compensación o acuerdos con comercializadoras, lo que ayuda a la viabilidad económica del proyecto.
  • Servicios de eficiencia energética: Ofrecer a sus miembros (y a veces al resto del vecindario) servicios para ahorrar energía, como asesoramiento en ahorro y eficiencia, realización de auditorías energéticas en viviendas, o incluso acometer la rehabilitación energética de edificios. Esto reduce el consumo global y mejora el rendimiento energético de la comunidad.
  • Movilidad sostenible: Poner en marcha iniciativas de transporte limpio. Por ejemplo, pueden instalar puntos de recarga para vehículos eléctricos de uso comunitario, gestionar un pequeño parque de coches eléctricos compartidos entre socios, o fomentar el uso de bicicletas eléctricas. Estas acciones facilitan que los miembros de la comunidad energética adopten la movilidad eléctrica con energía 100% renovable producida localmente
  • Gestión y agregación de la energía: Algunas comunidades actúan como agregadores locales, coordinando la demanda y oferta de energía de sus miembros. Eso quiere decir que pueden gestionar una microrred o distribuir la electricidad dentro de la comunidad. Incluso podrían participar en programas de respuesta a la demanda o de servicios auxiliares al sistema eléctrico, ajustando consumos para apoyar la red general para evitar apagones.

actividades que realizan las comunidades energéticas

Por ejemplo, una comunidad energética típica podría instalar una planta fotovoltaica compartida en el techo de un edificio municipal y baterías para almacenar electricidad. Los socios consumirán esa energía solar durante el día y la noche, ahorrando en sus facturas, y si sobra producción, la venden a la red. Al mismo tiempo, la comunidad podría gestionar la instalación de cargadores para coches eléctricos en la plaza del pueblo, alimentados con la misma energía solar, fomentando así el vehículo eléctrico entre los vecinos. Todo ello se realiza mediante acuerdos democráticos entre todos los miembros que deciden conjuntamente las inversiones, el reparto de la energía y los beneficios.

¿Qué beneficios se obtienen al formar parte de una comunidad energética?

Unirse a una comunidad energética tiene muchos beneficios, que pueden agruparse en tres grandes categorías: económicos, medioambientales y sociales.

Estos beneficios económicos, medioambientales y sociales hacen que las comunidades energéticas sean promovidas desde la Unión Europea (Directiva 2018/2001 (RED II), Directiva 2019/944, Directiva 2023/2413, Directivas 2023/1791 y 2024/1275) y el gobierno español (RDL 23/2020, RDL 5/2023, RD 244/2019) como una pieza clave para una transición ecológica  en la que todos ganan: familias, planeta y sociedad en su conjunto.

A continuación, resumimos cada tipo de beneficio de formar parte de una comunidad energética.

  • Beneficios económicos: El incentivo más inmediato es el ahorro en la factura eléctrica. Una reciente comunidad energética en Crevillent, estima que los vecinos verán una reducción del 15 al 20% en su factura anual gracias a su comunidad energética local.
  • Oportunidades de inversión local: los vecinos invierten en infraestructura renovable de la zona y los ingresos generados permanecen en la comunidad, fortaleciendo la economía local. Esto modifica el modelo convencional del sistema eléctrico, donde las ganancias van a grandes compañías.
  • Beneficios medioambientales: Las comunidades energéticas impulsan la implantación de las energías renovables locales como la solar fotovoltaica. Esto conlleva una reducción de emisiones de CO2 y otros contaminantes, contribuyendo a mitigar el cambio climático. Al producir energía cerca del consumo, también se evitan pérdidas de energía en el transporte y distribución (pérdidas en la red de entre el 8% y el 12%) porque la electricidad viaja menos distancia. Otro efecto ambiental positivo es que promueven un menor consumo energético global mediante mejoras de eficiencia y acciones de concienciación.Por ejemplo, gracias a las instalaciones comunitarias, en muchos pueblos se ha podido reducir la quema de combustibles fósiles para calefacción o electricidad, mejorando la calidad del aire local.
  • Beneficios sociales: Es el beneficio más relevante de las comunidades energéticas y su esencia real. Generan mayor independencia y seguridad ya que la comunidad decide colectivamente sobre el suministro, protegiéndose mejor ante incertidumbres externas. Se crean, además, nuevos empleos locales relacionados con la instalación, mantenimiento y gestión de las instalaciones renovables, fomentando el tejido laboral de la zona.

¿Qué ejemplos reales de comunidades energéticas existen en España?

A continuación, mencionamos algunos ejemplos reales de comunidades energéticas en España.

Crevillent (Alicante)

Este municipio valenciano alberga la que fue la primera comunidad energética local de España y hoy por hoy la más grande del país. Impulsada en 2019 por la cooperativa eléctrica local Enercoop, la comunidad energética COMPTEM-Crevillent nació como proyecto piloto europeo y ha crecido de forma notable. Inicialmente se instalaron 120 kW solares para dar servicio a 70 hogares con apoyo de baterías, y actualmente la cooperativa ha desplegado varios parques solares comunitarios (incluyendo una planta fotovoltaica de 3,4 MW llamada “Campillo”) que ya permiten cubrir alrededor del 20% de las necesidades anuales de 10.000 familias crevillentinas. Lo singular de Crevillent es que, gracias a su histórica cooperativa (fundada hace 100 años para electrificar el pueblo), casi todos los vecinos son socios y la cooperativa opera también la red de distribución local. Esto ha facilitado que hoy presuman de ser la comunidad energética más grande de España y de las mayores de Europa.

El Rosario (Tenerife, Islas Canarias)

En este caso, la comunidad energética El Rosario Solar muestra el modelo aplicado a un polígono industrial y barrios colindantes. Impulsada por el ayuntamiento de El Rosario, ha instalado unos 2 MW de paneles solares sobre las cubiertas de naves industriales en el Polígono La Campana, junto con 1 MW de baterías de acumulación. La energía fotovoltaica generada se reparte entre los socios, aproximadamente 60 familias y varias empresas locales reciben electricidad limpia en sus hogares y negocios gracias a esta comunidad, abaratando notablemente su factura de la luz. Al estar los paneles en un polígono, pueden suministrar a consumidores en un radio de 2 km a la redonda, incluyendo áreas residenciales cercanas. El proyecto ha sido pionero en incorporar almacenamiento a nivel comunitario en Canarias, permitiendo aprovechar la energía solar incluso de noche. El Rosario Solar ha ganado el Premio Nacional de Medio Ambiente y obtenido más de 6 millones de euros en subvenciones públicas, como reconocimiento a su innovación.

La Vall de Gallinera (Alicante)

Es un ejemplo de comunidad energética en un valle rural compuesto por varios pequeños pueblos. Aquí el ayuntamiento de Vall de Gallinera (en la comarca de la Marina Alta) lideró un plan de sostenibilidad energética que incluyó la creación de una comunidad energética local que abarca ya cuatro de sus núcleos (Benissivà, Benitaia, Benialí y La Carroja). Se han instalado placas solares en edificios municipales, como las antiguas escuelas, para proveer electricidad a equipamientos públicos y a hogares de socios, logrando una importante reducción de emisiones (casi 200 toneladas de CO2 menos al año) y ahorro económico para el ayuntamiento. Esta comunidad también ha instalado puntos de recarga para vehículos eléctricos en dos de sus pueblos (Alpatró y Benialí) fomentando así la movilidad sostenible entre los vecinos con energía solar local. Además, han renovado el alumbrado público con LED solares y otras medidas de eficiencia.

¿Cómo se puede crear o unirse a una comunidad energética?

Para crear una comunidad energética se requiere organización porque se trata de un proceso escalonado: formar comunidad humana, definir visión, formalizar legalmente, apoyarse en expertos, buscar recursos, ejecutar.

También puedes unirte a una comunidad energética ya existente, donde muchos de estos pasos ya estarán hechos. Para ello infórmate si en tu pueblo o ciudad si hay alguna iniciativa en marcha, y contacta con ellos para conocer las condiciones para unirse.

A continuación te dejamos una guía práctica básica con los pasos fundamentales para crear una comunidad energética local en España.

1. Formar un grupo que impulse la idea y contactar con interesados

Toda comunidad energética comienza reuniendo un grupo de personas interesadas. Habla con tus vecinos, conocidos del barrio, pequeñas empresas locales o asociaciones que pudieran estar interesados en compartir energía. En este primer paso también es muy conveniente implicar al ayuntamiento o administración local desde el principio. Contacta con el concejal de energía o medioambiente de tu municipio, explícale la idea y busca su apoyo. La colaboración público-ciudadana suele facilitar mucho las cosas y agilizar trámites.

2. Definir los objetivos y el modelo de proyecto

Los objetivos pueden ser: ahorrar en la factura eléctrica mediante autoconsumo compartido, vender excedentes y generar algún retorno económico colectivo y/o ofrecer algún servicio añadido, como puntos de recarga de vehículos eléctricos.

Definir el alcance ayuda a concretar el proyecto. Pueden plantearse metas como instalar X kW solares para cubrir un porcentaje del consumo de varias familias, o reinvertir beneficios en mejoras del barrio. También hay que decidir qué tecnología renovable se utilizará principalmente (la fotovoltaica es la más habitual por facilidad) También se tiene que decidir el número de participantes inicial, potencia estimada, ubicación posible de instalaciones, y el modelo de reparto de la energía (por ejemplo, según coeficientes de reparto entre socios en autoconsumo).

3. Elegir la forma jurídica adecuada

Una comunidad energética necesita constituirse formalmente como entidad jurídica para poder operar legalmente. Las formas más comunes en España son la asociación y la cooperativa sin ánimo de lucro, aunque también podría ser una sociedad limitada especial u otra figura, siempre que cumpla los criterios de participación abierta y control por socios locales. Cada forma tiene sus pros y contras que resumimos a continuación.

  • Asociación: requiere al menos 3 personas para constituirla. Es sencilla de registrar y flexible, con funcionamiento democrático. Puede ser útil en fases iniciales o para proyectos pequeños. Sin embargo, una asociación no permite repartir posibles beneficios económicos entre socios porque todo se reinvierte en fines sociales.
  • Cooperativa: requiere al menos 5 socios en la mayoría de comunidades autónomas. Es ideal para proyectos más grandes o con actividad económica significativa, pues la cooperativa puede facturar energía a socios, gestionar inversiones y distribuir retornos de forma equitativa. Las cooperativas energéticas tienen participación democrática y sin ánimo de lucro.

4. Buscar asesoramiento técnico y legal especializado

Montar una comunidad energética implica cuestiones técnicas y legales/regulatorias que pueden ser complejas para un ciudadano medio. Es importante apoyarse en expertos para estos aspectos. Se puede contactar con ingenierías o cooperativas energéticas ya existentes, con agencias de energía regionales o incluso con empresas instaladoras con experiencia en autoconsumo compartido. También es útil acudir a una asesoría jurídica para la constitución formal y para conocer bien la normativa vigente. Actualmente existen programas públicos, como las Oficinas de Transformación Comunitaria (OTC) impulsadas por el IDAE, que ofrecen asistencia gratuita a grupos que quieren formar comunidades energéticas.

5. Desarrollar el proyecto, conseguir financiación e implementar

Con los cimientos puestos se procede a elaborar un proyecto técnico detallado de la instalación renovable, tramitar los permisos administrativos, y muy importante, cerrar el plan de financiación. Sobre este último punto, normalmente se combinan las aportaciones de los socios, subvenciones públicas, financiación bancaria ética o préstamos blandos, o incluso fórmulas de crowdfunding.

Una vez reunidos los fondos, se procede a la instalación física del proyecto. Tras las pruebas y puesta en marcha, la comunidad energética comenzará su operación. A partir de ahí, habrá que gestionar el día a día como facturar la energía compartida entre socios según los acuerdos, mantener los equipos, incorporar nuevos miembros, y demás actividades cotidianas.

Pasos para la creación de una comunidad energética en España

¿Qué tipos de comunidades energéticas hay?

Las dos clasificaciones principales son según su definición legal y según la tecnología que utilizan serían las siguientes.

Según su definición legal

En la normativa europea, concretamente en el Paquete de Energía Limpia de la UE, se definieron 2 figuras jurídicas específicas: la Comunidad de Energías Renovables (CER) y la Comunidad Ciudadana de Energía (CCE).

  • Comunidad de Energías Renovables (CER): Es una entidad jurídica cuyos proyectos se basan exclusivamente en fuentes renovables y cuyos socios están ubicados en las proximidades de dichas instalaciones. Los miembros pueden ser personas físicas, pymes o autoridades locales, y el control efectivo lo mantienen ellos. Su objetivo principal es proporcionar beneficios ambientales, económicos o sociales a la comunidad local, antes que una rentabilidad financiera. La legislación española introdujo esta figura en 2020 (Real Decreto-ley 23/2020) precisamente para transponer la directiva europea.
  • Comunidad Ciudadana de Energía (CCE): Es una figura más amplia definida en la directiva de mercado eléctrico (UE 2019/944). Una CCE no se limita solo a renovables ni exige proximidad geográfica estricta, aunque en la práctica suelen ser también locales. Puede abarcar actividades en cualquier ámbito de la energía y sus miembros también son principalmente ciudadanos, administraciones locales y pequeñas empresas. El criterio también es que sean entidades gestionadas democráticamente por esos miembros y enfocadas a beneficios más que a lucro. Lo que diferencia a una CCE es que puede, por ejemplo, operar una red de distribución o comercializar energía comprada, incluso incluir a medianas empresas o abarcar varios pueblos, siempre manteniendo el control en manos de los participantes locales. En España, la figura de CCE fue incorporada legalmente en 2023 definiéndose como entidad con participación voluntaria, controlada por personas, pymes o autoridades locales, cuyo objetivo es ofrecer beneficios a la comunidad por encima de la ganancia financiera.

Según la tecnología utilizada (fuente de generación de energía)

Podemos distinguir también las comunidades energéticas según el tipo de recurso energético o tecnología renovable en la que se basan sus proyectos principales siendo los siguientes lo más habituales.

  • Comunidades solares: Son las más frecuentes actualmente. Basan su actividad en la generación de energía solar aprovechando tejados solares compartidos, huertas solares comunitarias, etc. Dado el gran potencial solar de España muchas comunidades se crean  con paneles solares como elemento central. Un ejemplo muy habitual es una comunidad vecinal que instala placas fotovoltaicas en la azotea de su edificio (o colindante) para autoconsumo compartido. Las comunidades solares urbanas permiten a gente sin tejado propio suscribirse a una instalación solar cercana, y por eso es la opción dominante de las comunidades energéticas.
  • Comunidades eólicas: Son menos comunes a nivel local y requieren ubicaciones con buen recurso de viento y a veces superar trámites más complejos.
  • Comunidades de biomasa: Son aquellas centradas en el aprovechamiento de biomasa local (restos forestales, agrícolas, pellets, etc.) para producir energía térmica (calefacción, ACS) o incluso eléctrica mediante cogeneración. Suelen darse en entornos rurales o comarcas forestales. Estas iniciativas tienen una doble función: energía renovable y gestión de residuos locales.
  • Comunidades híbridas: Muchas comunidades energéticas combinan varias tecnologías para cubrir diferentes usos. Por ejemplo, paneles solares fotovoltaicos para electricidad y paneles solares térmicos para agua caliente, o solar más biomasa para una solución integral eléctrica y térmica, e incluso pequeñas micro-redes con almacenamiento y gestión inteligente.

Tipos de comunidades energéticas según la fuente de energía utilizada

¿En qué se diferencia una comunidad energética del autoconsumo compartido?

La diferencia entre comunidad energética y autoconsumo compartido es que una comunidad energética es como la cooperativa que organiza y empodera a los participantes, y el autoconsumo compartido es una de las herramientas técnicas que ese club puede usar para que todos aprovechen la energía generada.

Desde el punto de vista legal en España: el autoconsumo colectivo permite que varias personas consuman de una planta cercana con ciertas condiciones (misma referencia catastral, distancia menor a 5 km, etc.). En cambio, las comunidades energéticas como tales están reconocidas por normativa más reciente y engloban objetivos más amplios.

Una comunidad energética puede hacer autoconsumo compartido, pero lo hace en el marco de una entidad con personalidad jurídica y con fines comunitarios declarados. Pero el autoconsumo compartido simple, no existe tal entidad social, sólo un acuerdo privado entre partes sobre una instalación,

¿Cuál es el marco legal de estas comunidades?

En España, el marco legal de las comunidades energéticas se ha ido desarrollando en los últimos años siguiendo las directivas europeas. Aunque aún está en evolución las normas vigentes se resumen a continuación.

  • Real Decreto-ley 23/2020, de 23 de junio: Esta fue la norma pionera que introdujo formalmente la figura de las comunidades energéticas (concretamente, de las Comunidades de Energías Renovables - CER) en la legislación española. Modificó la Ley del Sector Eléctrico para definir las CER en línea con la directiva europea 2018/2001 (RED II).
  • Regulación del autoconsumo y distancia ampliada: Aunque no se refiere directamente a comunidades energéticas, es fundamental mencionar el Real Decreto 244/2019, que regula el autoconsumo eléctrico en España, ya que sienta las bases para que exista el autoconsumo compartido. Posteriormente, el RDL 20/2022 amplió la distancia máxima entre una instalación de producción renovable y los puntos de consumo asociados a autoconsumo hasta 2000 metros, y en junio de 2025 se amplió hasta 5 kilómetros en el RDL 7/2025.
  • Definición de Comunidad Ciudadana de Energía: Mediante el Real Decreto-ley 5/2023 (de 28 de junio de 2023) España terminó de transponer la directiva europea de mercado interior de la electricidad, introduciendo la figura de las Comunidades Ciudadanas de Energía (CCE). Este RDL modificó la Ley 24/2013 para añadir una definición oficial de CCE muy similar a la de CER pero sin restringir a renovables.

¿Qué dificultades tienen las comunidades energéticas?

A pesar de sus ventajas y del impulso legal, poner en marcha y mantener una comunidad energética no está exento de dificultades y barreras. Es importante conocerlas para estar preparados y buscar soluciones.

Entre los principales desafíos que suelen enfrentar estas comunidades destacamos los siguientes que debes tener en cuenta.

  • Acceso a la financiación: Reunir el dinero necesario para iniciar el proyecto es generalmente la mayor complicación. Muchas comunidades están formadas por vecinos sin gran capacidad financiera, por lo que dependen de subvenciones o de convencer a inversores y/o a entidades financieras.
  • Burocracia y complejidad administrativa: Crear y operar una comunidad energética implica multitud de trámites. Estos procedimientos pueden ser largos y engorrosos, especialmente para ciudadanos sin experiencia en el sector energético. Por eso es clave contar con asesoría técnica/jurídica y apoyarse en administraciones locales.
  • Falta de conocimientos técnicos y capacidad de gestión: Una comunidad energética la forman principalmente ciudadanos de a pie, que generalmente no son expertos energéticos. La curva de aprendizaje para entender aspectos técnicos y de gestión es complicada. Por eso es fundamental profesionalizar en lo posible la gestión.
  • Dificultades organizativas y de compromiso social: Conseguir que suficientes personas se sumen y se mantengan implicadas es otro desafío. A veces cuesta encontrar ese grupo ciudadano inicial numeroso y diverso. O puede ocurrir que al cabo de un tiempo algunos pierdan interés, especialmente si los resultados tardan en llegar.
  • Barreras regulatorias y mercado eléctrico complejo: Aunque el marco legal existe, todavía hay aspectos del modelo energético tradicional que dificultan la vida a las comunidades. Por ejemplo, trámites de conexión a red que pueden demorar, o el hecho de que las comunidades no pueden aún operar plenamente como comercializadoras.

Como experto en fotovoltaica e interesado en este movimiento social, mi consejo personal es no desanimarse ante estas dificultades iniciales. Con una planificación cuidadosa, apoyo externo y la pasión de la comunidad, es posible superarlas. Al fin y al cabo, los beneficios que hemos descrito hacen que el esfuerzo valga la pena.

José Alfonso Alonso Lorenzo

Profesional Fotovoltaico desde 2006.

  • Ingeniero técnico Industrial por la Escuela Politécnica de Ferrol.
  • Experto en Solar Fotovoltaica por el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas de Madrid en 2009-2010.
  • Experto Profesional en Energía Fotovoltaica, por la UNED 2010-2011.
  • Gerente y Responsable de Compras en SunFields Europe desde 2010.
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